“Que tus decisiones sean un reflejo de tus esperanzas, no de tus miedos” - Nelson Mandela
¿Perderé amistades? es posible ¿mis excompañeros me criticarán? es lo más probable, en este punto es lo que menos me importa porque prefiero dejar claro mi pensamiento, sin fanatismos ni extremos, no soy uribista, no soy petrista, mucho menos rodolfista (eso ya parece una corriente vallenata), no soy socialista, pero no soy fascista. Así están las cosas.
Les cuento un poco de mi, soy policía, ahora en uso de buen retiro, trabajé por 24 años, en navidades, fin de año, festivos, elecciones, semanas santas mientras muchos de mi edad estaban en la universidad o bajo la falda de mamá.
Mis ocho primeros años como patrullera los trabajé en el Amazonas, en Leticia específicamente, mucho mejor que mis compañeros que trabajaban en Puerto Arica o Tarapacá a donde todo llega caro y en barco o si está de buenas en avión. Estamos hablando del año 1998 cuando me gradué como patrullera, año difícil como muchos en esa década y la década anterior por este conflicto sumado a la guerra contra los cárteles de la droga en Colombia.
Me gradué en febrero de 1998 y el primero de noviembre de ese año en Mitú, capital del departamento de Vaupés, se presentaba una de las tomas guerrilleras más sangrientas y de mayor recordación para los integrantes de la Policía Nacional que llevamos un buen tiempo en la institución. La toma guerrillera fue perpetrada por las FARC y en ella perdieron la vida 16 policías, 24 militares y 11 civiles.
Por obvias razones en el Amazonas estábamos a la expectativa porque las informaciones advertían que una de las próximas poblaciones a atacar sería Leticia, entonces a mis 20 años de edad ya debía saber cómo actuar en un posible ataque guerrillero, dormir cada noche con un fusil y en el día cumplir con mis turnos y obligaciones. Y pensar que a muchos se nos ha ido la juventud haciendo turnos, cerrando establecimientos, aguantando a borrachos que querían seguir la rumba, borrachos disparando al aire y cuanta descomposición social hay presente en nuestro país. Pero bueno, eso es lo que nosotros llamamos vocación. Luego hablamos de esos que entran a la Policía solo para hacer plata.
Afortunadamente nunca se materializaron las amenazas de toma en Leticia y en ninguna población del Amazonas, además porque ya llegaba en 2002 el que prometió que si iba a acabar con las Far (sic), obviamente elegido casi que en “aclamación por adoración”, luego de ese despropósito de la famosa zona de distensión con el presidente Pastrana Jr.
Aquí la gente no ha aprendido nada de la historia, eligen unos esperpentos de mandatarios y luego los escucha uno diciendo “es que ese ha sido el peor Presidente de Colombia porque hizo o porque no hizo” pero ahí los ve uno de cabeza años después eligiéndolos como Senador o haciendo eco de lo que hablan como si fuera palabra de dios, en fin.
Claro, para esa nueva presidencia a los militares los pusieron en cintura porque en las tomas guerrilleras los batallones demoraban eternidades en prestarle apoyo a las estaciones de policía y ni que decir del avión fantasma, que realmente era fantasma porque los policías nunca lo veían a tiempo, en muchas ocasiones los componentes militares llegaban ya cuando tocaba recoger los cuerpos de las víctimas (esa era la sensación de muchos policías para esa época).
Bien, eso pasó y llegó la época en que finalizaba el primer mandato de este presidente, obviamente la moral de los integrantes era mucha (a pesar de que no hubo aumento a nuestros sueldos, pero eso muy pocos lo recuerdan) y la favorabilidad aumentaba en la medida en que se veían sendos resultados operativos contra la guerrilla de las FARC, pero aún no se exterminaba por completo a ese grupo de bandidos, había que hacer algo porque el próximo presidente vaya uno a saber con qué iba a salir, nadie iba a tener los pantalones tan puestos como el señor que llevaba un pocillo de tinto (café) en su mano mientras cabalgaba su caballo de paso fino; así que vemos que cambian las leyes y se va a poder reelegir a este señor, uno desde su función como policía no cuestiona esas cosas porque bien lo dice nuestra Constitución somos “apolíticos”, pero bueno vemos que eso ahora poco y nada les importa a mis generales en servicio activo.
En fin, llega el segundo mandato y se empiezan a destapar cositas y entramados muy cuestionables, como la “yidispolítica” en 2008, escándalo que nos contaba que una tal Yidis Medina, en su momento representante a la Cámara, admitió aceptar sobornos para votar a favor el proyecto de reforma constitucional que permitiría que el presidente aspirara a otro mandato (y si, fue reelecto en 2006). Ya desde ahí mi visión de la política empezaría a cambiar, pero seguía creyendo fielmente en que ese presidente había sido el único que podía liderar la derrota definitiva de las FARC, así, por las armas, como buenos combatientes que somos (claro, en la Policía nos tocó aprender a combatir como si fuéramos militares, gracias al conflicto armado).
Años más tarde llegan los acuerdo de paz, me da mucha alegría que se hayan concretado, especialmente porque los territorios abandonados por el Estado serían los más beneficiados, esos territorios de los que nadie que vive en su apartamento estrato +3 se conduele porque no sabe por lo que tuvieron que pasar cuando eran desplazados o amenazados de muerte. Me alegraba porque el país podía tener otro destino que no fuera el eterno combate, ataques a los pueblos o robos a la Caja Agraria, entre otros.
Por ese tema de los acuerdos de paz tuve desavenencias con mis compañeros policías, mi postura fue y ha sido siempre que prefería ver a un guerrillero tejiendo mochilas a tener que verlo con un fusil pasando las mismas penurias o peor que mis compañeros policías que también les tocaba (y aún) combatir en el monte, eso para mi era menos combustible para ese fuego ambicioso que llaman guerra, que adivine a quienes beneficia, si, a los señores de la guerra.
No voy a profundizar en es cochinada llamada la parapolítica porque me extendería más, pero eso fue otro motivo para empezar a ver diferente las cosas con el presidente eterno, como diríamos en el argot popular: empezaron a “aparecer las llaves”.
El hecho de que se firmaran los acuerdo de paz permitió aclarar el panorama, o por lo menos a mi, ya los titulares no se llenaban con palabras como ataque, emboscada, confrontación, no, se empezaron a escuchar palabras como corrupción, coimas, políticos implicados (y siguieron cayendo los que fueron electos con apoyo de las autodefensas, pero aún faltan).
A la clase dirigente no le convenía que se destapara todo eso y obviamente a Santos, el presidente que pusieron porque el eterno no pudo hacerse reelegir ya era un sátrapa y traicionero porque le “cedió” el país a la guerrilla; lo que yo vi fue mucha gente humilde que quiso cambiar las armas por el azadón y hacer una vida nueva (¿será que eso está mal?), que otros se fueron a seguir delinquiendo es otro tema, esos que se fueron a las disidencias sabemos que tendrán que caer como delincuentes que son, eso es claro.
Ya en este punto llega el año 2020 y yo pido mi retiro de la Policía luego de 24 años de servicio, y bueno, por algunas otras razones que ya me traían agotada física y mentalmente, por algunas decisiones e indecisiones de los “líderes” de la institución.
Ya vemos el despropósito de gobierno elegido en 2018 porque el de las ballenas no alcanzó a convencer y el de la izquierda pues ¡gas! ¡Como lo odio! Decían… Pero sin mirar tan siquiera las propuestas, porque aquí nos llenamos de odio, damos por verdaderas cualquier cantidad de cosas y nos saturamos de tanta basura, que eso al final es lo que eligen; si, eligen porque yo hasta este año 2022 tuve el privilegio de ejercer mi derecho al voto por primera vez, porque a mis 18 años no hubo elecciones y ya luego entré a la Policía.
Solo les diré que lean, edúquense, no coman cuento, en este momento en redes sociales circula una cantidad impresionante de basura, lean las propuestas de ambos candidatos, háganse su propia opinión pero no piensen con las vísceras, llevamos más de dos siglos en manos de las mismas familias, aquí los que están preocupados son los que tienen fortunas astronómicas porque van a tener que tributar más, a los de abajo nos toca seguir nuestras vidas y seguir trabajando o emprendiendo.
Que las cosas sean justas desde lo social.
Hay tantas cosas mal en este país, pero nuestro odio nos ciega y no nos permite ver el panorama, las mismas familias de siempre nos tienen clavados desde hace más de 200 años y ahí estamos sacando el machete defendiéndolos ciegamente.
La “gente de bien” no se da cuenta que defiende lo indefendible, ellos defienden a un pequeño grupo que solo está acumulando riquezas sin tributar (porque sus declaraciones de renta siempre salen en cero). Por citar un ejemplo real, mi amiga fulanita está desempleada y por descuido, y por falta de plata, no presentó su declaración de renta, este año la Dian le cayó con toda, multa incluida. O el de la Pyme que tuvo que cerrar en la pandemia porque no hubo una línea de crédito decente para rescatar su negocio.
Que apoye el proyecto de Petro no significa que pase desapercibido el hecho de que hayan tantos jóvenes odiando a la Policía, especialmente al Esmad.
Solo quiero decirles, los policías, o más bien, quienes entramos a la Policía por vocación y no solo por un sueldo estable, no nos levantamos en la mañana, nos ponemos el uniforme y salimos a trabajar con odio y con la mira puesta en los ojos de los manifestantes, la mayoría de policías somos seres humanos, sentimos y también nos duele el país, pero no somos los culpables de las malas decisiones de los ciudadanos que van a votar y eligen mal.
Por eso al joven que cree que destruyendo una estación de bus (que por cierto, lo que hace es dañarle el día a quien va de su casa al trabajo o de su trabajo a la casa, los ricos van en carro o no salen, sencillo) está cambiando el país, déjeme decirle que está viviendo en una fantasía.
Las cosas se cambian participando en la democracia, se cambian con los votos.
Ya si su ánimo es el de establecer una anarquía déjeme decirle que esa tampoco es la solución, por donde quiera mirar, esta sociedad tiene un orden y debemos ser parte de ese orden para convivir.
Si llegó hasta aquí solo me queda decirle:
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